Hola en esta entrega les comparto un archivo en winzip que pueden abrir y descargar en sus equipos, tendrán un diccionario de psicología para consulta rápida, es básico pero les puede ayudar.
Diccionario de Psicología
Para instalarlo: Debes dar clik sobre el titulo diccionario de psicología guardar en mis documentos o en un lugar que recuerdes la carpeta posteriormente tienes 2 opciones
1. Descomprimir los archivos e instalar el ejecutable
2. desde la carpeta comprimida instalar el ejecutable.
De este modo se instalara como un programas mas si estas en linea puedes actual izarlo o bajar la versión paga.
EL ARTE DE AMARGARSE LA VIDA....
Los entendidos sabrán entresacar de las líneas de estas páginas mucho material que tiene un significado directo para el diálogo terapéutico: metáforas, anécdotas, chistes y otras formas de hablar que son a veces más eficaces que las interpretaciones solemnes y graves de las actitudes erróneas de los humanos.
LA HISTORIA DEL MARTILLO
Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así ,pues, nuestro hombre decide pedir al vecno que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir: "buenos días", nuestro hombre le grita furioso:
"¡Quédese usted con su martillo, so penco!".
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LA HISTORIA DEL MARTILLO
Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así ,pues, nuestro hombre decide pedir al vecno que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir: "buenos días", nuestro hombre le grita furioso:
"¡Quédese usted con su martillo, so penco!".
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